A tan solo unos kilómetros de Nápoles se encuentra uno de los destinos más fascinantes del sur de Italia: Pompeya, la antigua ciudad romana congelada en el tiempo por la furia del volcán Vesubio hace ya casi 2000 años. Esta catástrofe natural convirtió a la ciudad en uno de los yacimientos arqueológicos más impactantes del mundo.
No obstante, viajar a esta zona es mucho más que una simple excursión arqueológica por todo lo que la rodea. Si estás planeando una escapada cultural con un toque de aventura, Pompeya y el Vesubio deberían estar en lo más alto de tu lista.
Un salto en el tiempo
Caminar por las ruinas de Pompeya es como abrir una ventana directa al pasado. Puedes recorrer el foro, visitar las termas, admirar frescos casi intactos en casas como la del Fauno o la de los Vettii, y hasta ver moldes de yeso de los que allí se quedaron. La conservación es tan detallada que uno puede imaginar el bullicio de los mercados, el rugido de los carros sobre el empedrado y hasta los murmullos en las tabernas.
Para los amantes de la historia, este lugar es una auténtica joya. Pero incluso si no eres un apasionado de lo antiguo, es imposible no quedar impresionado por el dramatismo que respiran sus calles y la atmósfera casi sobrenatural que envuelve el lugar.
Subida al cráter del Vesubio
Tras recorrer Pompeya, nada como enfrentarse cara a cara con el responsable de su destrucción: el Vesubio. Aunque su última erupción fue en 1944, sigue siendo un volcán activo y vigilado de cerca por los vulcanólogos. Pero no te preocupes: es completamente seguro visitarlo y, de hecho, una de las excursiones más populares de la región.
Puedes subir en coche o autobús hasta el aparcamiento situado a unos 1000 metros de altura, y desde allí realizar una caminata de unos 30-40 minutos hasta el borde del cráter. El sendero no es especialmente difícil, aunque se recomienda llevar calzado cómodo, protección solar y agua, sobre todo en los meses de verano.
Una vez arriba, el esfuerzo se ve recompensado con unas vistas espectaculares de la Bahía de Nápoles, y si el día está despejado, se pueden ver incluso las islas de Capri e Isquia en el horizonte. Mirar dentro del cráter, ver el humo que aún emana del fondo y recordar lo que sucedió 2000 años atrás añade una dimensión emocional única a esta experiencia.
Un atardecer dorado
Pompeya y el Vesubio ofrecen un escenario perfecto para los amantes de la fotografía. La luz dorada del atardecer sobre las ruinas, los contrastes de piedra y cielo y las panorámicas desde la cima del volcán son puro material de postal. Si buscas momentos memorables y capturar la esencia del viaje, no lo dudes y paséate por la zona minutos antes de que caiga el sol.
E incluso después, ya que existe la posibilidad de realizar visitas guiadas nocturnas a Pompeya y rutas de senderismo menos conocidas alrededor del volcán. Además, se pueden encontrar en la zona bodegas locales donde se cultivan viñas en suelos volcánicos y en las que se realizan catas con algunos de los vinos más singulares de la región.
Desde Nápoles o Sorrento
Esta visita conjunta puede combinarse con unas vacaciones en Nápoles o en la zona de Sorrento. Ambas localidades están muy cerca de Pompeya, y son dos opciones pintorescas para pasear y conocer a fondo el sur italiano. La primera cuenta con un centro histórico lleno de vida, iglesias barrocas, pizzerías y callejuelas ideales para perderse.
Es recomendable visitar su catedral, el Duomo di San Gennaro, dedicada al patrón de la ciudad. También el Castel dell’Ovo, su castillo más antiguo, ubicado en el paseo marítimo. Y pasear por sus túneles y galerías romanas subterráneas, una excursión sorprendente que ayuda a entender mejor la historia de la ciudad.
Por su parte, Sorrento es una ciudad costera conocida por sus casitas de colores en la zona del antiguo puerto pesquero, conocida como Marina Grande, y su limoncello, un licor hecho a base de los limones que se recogen en sus campos. Merece la pena pasearse por sus calles y entrar en su catedral del siglo XI, con un campanario imponente y detalles barrocos.
Consejos prácticos
Para aprovechar al máximo esta aventura histórica y natural, os recomendamos llevar calzado cómodo, agua, protección solar y una buena cámara de fotos. Y si realizas tu viaje en épocas de frío, no te olvides de la ropa de abrigo, la necesitarás en la cima del Vesubio.
Es una región que puede visitarse en cualquier momento del año, aunque es más recomendable la primavera y el otoño, cuando la temperatura es agradable y todavía se mantienen bastantes horas de luz.
¡Y no te olvides de probar los platos más típicos de la zona! Como la pizza, la parmigiana de berenjenas o un café espresso bien cargado que te ayude a subir a la cima del Vesubio con mucha energía.