Tailandia, mi primer país asiático

Publicado el 18 de mayo de 2017

Tailandia es un país al que siempre quise ir desde bien chiquitita y también se ha convertido en el primer país de Asia al que voy. Me he enamorado completamente del lugar, nada más bajas del avión notas el contraste de culturas totalmente diferente a la nuestra. Nunca había podido vivir ni palpar el budismo desde tan cerca, y desde que pisas Tailandia, hay una energía y una paz que nunca había sentido antes. La gente es súper tranquila, servicial y respetuosa.
Eso sí, cuando vengáis a Tailandia, no os olvidéis de traer un buen sombrero para cubriros del sol y ropa suelta porque aquí hace mucha humedad y pasas bastante calor. Ah, y no hagáis como yo, hay que preparar prendas que tapen de hombros a rodillas para poder pasar a los templos. ¡Muy importante!
La gastronomía de Tailandia es bastante amplia, tienes puestos en cada esquina de todo tipo, aunque para mi gusto, la comida es un poco picante. Si no os gusta, estad atentos porque se lo ponen a casi todo. Pero vamos encuentras mucha variedad, mucho cerdo, mucha carne y mucha pasta.
La persona con la que me quedo de Tailandia es a nuestra primera guía de Bangkok, Atiman, una mujer encantadora. Fue la que nos enseñó los primeros días la capital del país y se portó genial con nosotras. Es muy buena guía turística. También he tenido a Marta como guía porque como ella ya había estado en Tailandia me puse en sus manos (y volvería a hacerlo).
En Bangkok, me quedé fascinada con el Templo de Wat Pho, fue el primer templo budista que visité y me resultó muy impactante. Hay un montón de contrastes de colores vivos, todo a tu alrededor está bañado en oro. Es hermoso…
En Chiang Mai, tuvimos la suerte de poder cocinar recetas típicas del país con una familia tailandesa que nos acogió en su casa, nos brindó todo lo que necesitamos y transmitían una energía súper positiva. Me encantó poder hacer Pad Thai aunque he de reconocer que me salió fatal, se me da mejor hacer paella.
Después de esta experiencia, me he llevado un pedacito de Tailandia conmigo, me lo imaginaba de mil maneras pero tienes que venir y vivirlo. No es solo lo que ves, sino lo que sientes… Y aunque hace mucho calor, vale la pena. En Tailandia te sientes como en casa.

Corina Randazzo

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